“Pedrarias [Dávila] se trasladó al Mar del Sur y después de navegar por el archipiélago de Las Perlas, el 15 de agosto de 1519, sobre el villorio indígena de pescadores, fundó Nuestra Señora de la Asunción de Panamá”, escribieron los historiadores Celestino Araúz y Patricia Pizzurno en su libro El Panamá hispano: 1501-1821.
Como bien explica este pequeño extracto, mucho antes de la llegada de los españoles, el poblado ya estaba establecido y así lo demuestran las excavaciones que se han realizado en el lugar desde hace casi 10 años.
Por la década de 1990 se estuvo muy cerca de ver perdido el legado histórico entre la maleza y algo de desidia gubernamental, hasta que un grupo de personas decidió rescatar las ruinas de Panamá La Vieja, que desde 2003 forman parte de la lista de Patrimonio Histórico de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El rescate. “En 1994, Angélica Guinard, quien en ese momento era la subdirectora general del Instituto Panameño de Turismo, se reúne con Raúl Hernández, presidente del Club Kiwanis de Panamá, y le propone hacer un patronato para la conservación de Panamá La Vieja, que estaba muy deteriorada”, cuenta la directora ejecutiva del Patronato de Panamá Viejo, Julieta de Arango. Asegura que en esa época, los institutos de Cultura y Turismo no tenían muy buena relación.
A Hernández le gustó la idea de un patronato y se la propone al director del Instituto Nacional de Cultura y a Banistmo, que ya tenía un programa en Panamá Viejo que se llamaba “Valores del Istmo”, para limpiar el área.
En 1995, el Club Kiwanis de Panamá, el Instituto Nacional de Cultura (Inac), el Instituto Panameño de Turismo (hoy Autoridad de Turismo de Panamá) y Banistmo (ahora HSBC), conforman el patronato.
De Arango comenta que entre sus primeros objetivos estaba limpiar el sitio, iniciar programas de seguridad, iluminación, señalización de monumentos y promoción.
Luego de los primeros trabajos, para el patronato fue evidente que la tarea era mucho más grande de lo que se creía, por lo que se contrató a una empresa consultora para la creación del Plan Maestro de Panamá Viejo, en 1999.
Dentro del plan se ha contemplado una serie de metas, como la conservación arquitectónica, investigación arqueológica, la participación ciudadana, turismo, educación y problemas ambientales.
Metas cumplidas. Entre las metas alcanzadas está el proyecto arqueológico de Panamá Viejo, en el que se hacen las excavaciones y estudios de cultura material. También contempla todos los estudios prehispánicos, la catalogación de las piezas, estudio de la paleoecología, que es la relación del sitio con el ambiente a través de los años.
Además, está el programa de conservación preventiva por el que se han podido estabilizar las estructuras y evitar que se desplomen.
Con fondos del entonces Instituto Panameño de Turismo se construyó el Centro de Visitantes, mientras que con capital de la Caja de Ahorros se hizo el Museo del Sitio, que tiene una exhibición permanente denominada “De la Aldea a la Urbe”, que presenta el desarrollo del lugar durante sus mil 500 años de historia.
Con colaboración de Banistmo se logró la habilitación del Convento de las Monjas de La Concepción como un centro para actividades culturales, sociales y artísticas.
La Agencia de Cooperación Española también se involucró con el proyecto de la recuperación de la traza urbana, que consistió en recrear las calles originales de la vieja ciudad y “le ha permitido recuperar ese sentido de ciudad que perdió cuando la atravesó la Vía Cincuentenario”, dice la directora ejecutiva.
También con ayuda de la Agencia de Cooperación Española se hicieron los estudios de conservación de la torre de la Catedral, que llevaron a su habilitación como un mirador, “que ha sido un éxito desde el punto de vista turístico y conservacionista”.
Asimismo, la Autoridad de Turismo y la Agencia de Cooperación Española construyeron las canchas de fútbol cerca del Puente del Rey, con el interés de ir eliminando las canchas que se habían improvisado dentro de las ruinas por los residentes del área.
Nuevos proyectos. Actualmente, con fondos del patronato se lleva a cabo un proyecto en el Convento de la Compañía de Jesús, cerca del Convento de las Monjas de La Concepción, para la construcción de aulas de clases que forman parte de “Aula Viva”, un programa con el cual pretenden traer estudiantes de las escuelas para que no solo vean los monumentos y el museo, sino que aprendan un poco más de la vida social, cultural y educativa del Panamá Colonial.
En la Plaza Mayor habrá un gran cambio con el próximo traslado del Centro y la Dirección de Artesanías al edificio que se está terminando al lado del Centro de Visitantes. Entonces se demolerán las viejas instalaciones para comenzar con “La Recuperación de la Plaza Mayor”, cuya finalidad es recuperar el tamaño que originalmente tuvo la plaza y se construirá una edificación siguiendo las dimensiones de una casa colonial.
Además, se espera hacer un museo infantil interactivo que enfatice en el niño el valor del patrimonio cultural.
Los vecinos ayudan a cuidar.
Los residentes de Panamá Viejo también han formado parte de la conservación de los monumentos. Para involucrar a la comunidad, el patronato ha creado proyectos educativos, ha ofrecido plazas de empleo, cursos y talleres de capacitación sobre el valor de Panamá La Vieja.
Asimismo, dentro de dos semanas esperan comenzar a repartir la publicación del libro La Vieja Historia de Panamá Viejo, con el propósito de que sea un complemento para la visita de los estudiantes al sitio, a la vez que ayudaría a integrar a Panamá Viejo dentro de su memoria.
En principio, se espera comenzar con las escuelas de Parque Lefevre, San Francisco y Río Abajo, para luego seguir con los colegios del resto de la capital y de las provincias del país.
En ese afán de conservar los vestigios de la historia, el patronato también realiza un programa de pasantías en arqueología y carreras afines.
Para Julieta de Arango “el país tiene una carencia muy grande de personal especializado en arqueología y sus ramas afines”.
Para contrarrestar esta falta, han creado convenios con universidades de Colombia, Costa Rica y otros países, para que los estudiantes vengan por uno o dos meses, sin salario, pero se les cubrirá hospedaje, alimentación y una certificación del trabajo que realizaron aquí.
Los aspirantes deben ser licenciados o estar en su último año de arqueología o ciencias afines.
“Ellos deben dejar un trabajo hecho, entonces hay un doble beneficio. Adquieren una experiencia que van a necesitar para el futuro y nosotros tenemos una investigación hecha que no le
costó al patronato”, explica de Arango.
Señala que también hay pasantías más extensas para licenciados en arqueología con maestría y que están optando por un doctorado.
Recientemente, se siguió una pista del historiador Alfredo Castillero Calvo, quien ubica la casa de los Terrín Franco, y se comenzó una excavación en el sitio buscando el muro perimetral. Así, se pudo encontrar la entrada a la casa, donde pudo estar el huerto, el acceso del patio hacia la vivienda del siglo XVII.
Los hallazgos fueron hechos por los arqueólogos Juan Guillermo Martín, de Colombia, y Karla Quezada, de Costa Rica.
Lo que hace falta. “Hay cosas que nosotros no hemos podido solucionar, como la salida de la Vía Cincuentenario que sobrepasa con creces al patronato, pero hemos ido cumpliendo las otras metas”, dice la directora ejecutiva.
Según el Plan Maestro, se preveía que entre 2004 y 2005, ya la Vía Cincuentenario debería haber sido eliminada, pero aún existe.
“Esta es una vía que se inauguró en los años de 1950 para conmemorar el cincuentenario de la República y era como un paseo para visitar la torre. Pero en 1950 los habitantes de la ciudad eran muchísimos menos y era un paseo que se hacía muy de vez en cuando; hoy soporta 60 mil vehículos diarios”, sentencia.
Añade que en la actualidad la ciudad está densamente poblada y debido a lo complicado de la circulación por Vía España, Santa Elena o Transístmica, el asunto no es fácil.
El problema radica en dónde construir una carretera de cuatro carriles para poder desviar los 60 mil autos que pasan por la Cincuentenario. De Arango reconoce que hay “buena voluntad” por parte del gobierno actual de encontrar una solución.
También, en menor escala, falta reubicar las instalaciones de Servicios Camacho, que está dentro del Conjunto Monumental de forma ilegal, alega de Arango, y que tiene que salir del área.
Como bien explica este pequeño extracto, mucho antes de la llegada de los españoles, el poblado ya estaba establecido y así lo demuestran las excavaciones que se han realizado en el lugar desde hace casi 10 años.
Por la década de 1990 se estuvo muy cerca de ver perdido el legado histórico entre la maleza y algo de desidia gubernamental, hasta que un grupo de personas decidió rescatar las ruinas de Panamá La Vieja, que desde 2003 forman parte de la lista de Patrimonio Histórico de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
El rescate. “En 1994, Angélica Guinard, quien en ese momento era la subdirectora general del Instituto Panameño de Turismo, se reúne con Raúl Hernández, presidente del Club Kiwanis de Panamá, y le propone hacer un patronato para la conservación de Panamá La Vieja, que estaba muy deteriorada”, cuenta la directora ejecutiva del Patronato de Panamá Viejo, Julieta de Arango. Asegura que en esa época, los institutos de Cultura y Turismo no tenían muy buena relación.
A Hernández le gustó la idea de un patronato y se la propone al director del Instituto Nacional de Cultura y a Banistmo, que ya tenía un programa en Panamá Viejo que se llamaba “Valores del Istmo”, para limpiar el área.
En 1995, el Club Kiwanis de Panamá, el Instituto Nacional de Cultura (Inac), el Instituto Panameño de Turismo (hoy Autoridad de Turismo de Panamá) y Banistmo (ahora HSBC), conforman el patronato.
De Arango comenta que entre sus primeros objetivos estaba limpiar el sitio, iniciar programas de seguridad, iluminación, señalización de monumentos y promoción.
Luego de los primeros trabajos, para el patronato fue evidente que la tarea era mucho más grande de lo que se creía, por lo que se contrató a una empresa consultora para la creación del Plan Maestro de Panamá Viejo, en 1999.
Dentro del plan se ha contemplado una serie de metas, como la conservación arquitectónica, investigación arqueológica, la participación ciudadana, turismo, educación y problemas ambientales.
Metas cumplidas. Entre las metas alcanzadas está el proyecto arqueológico de Panamá Viejo, en el que se hacen las excavaciones y estudios de cultura material. También contempla todos los estudios prehispánicos, la catalogación de las piezas, estudio de la paleoecología, que es la relación del sitio con el ambiente a través de los años.
Además, está el programa de conservación preventiva por el que se han podido estabilizar las estructuras y evitar que se desplomen.
Con fondos del entonces Instituto Panameño de Turismo se construyó el Centro de Visitantes, mientras que con capital de la Caja de Ahorros se hizo el Museo del Sitio, que tiene una exhibición permanente denominada “De la Aldea a la Urbe”, que presenta el desarrollo del lugar durante sus mil 500 años de historia.
Con colaboración de Banistmo se logró la habilitación del Convento de las Monjas de La Concepción como un centro para actividades culturales, sociales y artísticas.
La Agencia de Cooperación Española también se involucró con el proyecto de la recuperación de la traza urbana, que consistió en recrear las calles originales de la vieja ciudad y “le ha permitido recuperar ese sentido de ciudad que perdió cuando la atravesó la Vía Cincuentenario”, dice la directora ejecutiva.
También con ayuda de la Agencia de Cooperación Española se hicieron los estudios de conservación de la torre de la Catedral, que llevaron a su habilitación como un mirador, “que ha sido un éxito desde el punto de vista turístico y conservacionista”.
Asimismo, la Autoridad de Turismo y la Agencia de Cooperación Española construyeron las canchas de fútbol cerca del Puente del Rey, con el interés de ir eliminando las canchas que se habían improvisado dentro de las ruinas por los residentes del área.
Nuevos proyectos. Actualmente, con fondos del patronato se lleva a cabo un proyecto en el Convento de la Compañía de Jesús, cerca del Convento de las Monjas de La Concepción, para la construcción de aulas de clases que forman parte de “Aula Viva”, un programa con el cual pretenden traer estudiantes de las escuelas para que no solo vean los monumentos y el museo, sino que aprendan un poco más de la vida social, cultural y educativa del Panamá Colonial.
En la Plaza Mayor habrá un gran cambio con el próximo traslado del Centro y la Dirección de Artesanías al edificio que se está terminando al lado del Centro de Visitantes. Entonces se demolerán las viejas instalaciones para comenzar con “La Recuperación de la Plaza Mayor”, cuya finalidad es recuperar el tamaño que originalmente tuvo la plaza y se construirá una edificación siguiendo las dimensiones de una casa colonial.
Además, se espera hacer un museo infantil interactivo que enfatice en el niño el valor del patrimonio cultural.
Los vecinos ayudan a cuidar.
Los residentes de Panamá Viejo también han formado parte de la conservación de los monumentos. Para involucrar a la comunidad, el patronato ha creado proyectos educativos, ha ofrecido plazas de empleo, cursos y talleres de capacitación sobre el valor de Panamá La Vieja.
Asimismo, dentro de dos semanas esperan comenzar a repartir la publicación del libro La Vieja Historia de Panamá Viejo, con el propósito de que sea un complemento para la visita de los estudiantes al sitio, a la vez que ayudaría a integrar a Panamá Viejo dentro de su memoria.
En principio, se espera comenzar con las escuelas de Parque Lefevre, San Francisco y Río Abajo, para luego seguir con los colegios del resto de la capital y de las provincias del país.
En ese afán de conservar los vestigios de la historia, el patronato también realiza un programa de pasantías en arqueología y carreras afines.
Para Julieta de Arango “el país tiene una carencia muy grande de personal especializado en arqueología y sus ramas afines”.
Para contrarrestar esta falta, han creado convenios con universidades de Colombia, Costa Rica y otros países, para que los estudiantes vengan por uno o dos meses, sin salario, pero se les cubrirá hospedaje, alimentación y una certificación del trabajo que realizaron aquí.
Los aspirantes deben ser licenciados o estar en su último año de arqueología o ciencias afines.
“Ellos deben dejar un trabajo hecho, entonces hay un doble beneficio. Adquieren una experiencia que van a necesitar para el futuro y nosotros tenemos una investigación hecha que no le
costó al patronato”, explica de Arango.
Señala que también hay pasantías más extensas para licenciados en arqueología con maestría y que están optando por un doctorado.
Recientemente, se siguió una pista del historiador Alfredo Castillero Calvo, quien ubica la casa de los Terrín Franco, y se comenzó una excavación en el sitio buscando el muro perimetral. Así, se pudo encontrar la entrada a la casa, donde pudo estar el huerto, el acceso del patio hacia la vivienda del siglo XVII.
Los hallazgos fueron hechos por los arqueólogos Juan Guillermo Martín, de Colombia, y Karla Quezada, de Costa Rica.
Lo que hace falta. “Hay cosas que nosotros no hemos podido solucionar, como la salida de la Vía Cincuentenario que sobrepasa con creces al patronato, pero hemos ido cumpliendo las otras metas”, dice la directora ejecutiva.
Según el Plan Maestro, se preveía que entre 2004 y 2005, ya la Vía Cincuentenario debería haber sido eliminada, pero aún existe.
“Esta es una vía que se inauguró en los años de 1950 para conmemorar el cincuentenario de la República y era como un paseo para visitar la torre. Pero en 1950 los habitantes de la ciudad eran muchísimos menos y era un paseo que se hacía muy de vez en cuando; hoy soporta 60 mil vehículos diarios”, sentencia.
Añade que en la actualidad la ciudad está densamente poblada y debido a lo complicado de la circulación por Vía España, Santa Elena o Transístmica, el asunto no es fácil.
El problema radica en dónde construir una carretera de cuatro carriles para poder desviar los 60 mil autos que pasan por la Cincuentenario. De Arango reconoce que hay “buena voluntad” por parte del gobierno actual de encontrar una solución.
También, en menor escala, falta reubicar las instalaciones de Servicios Camacho, que está dentro del Conjunto Monumental de forma ilegal, alega de Arango, y que tiene que salir del área.
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