Es una forma práctica y amena de dar a conocer al turista los atributos agrícolas de las regiones del interior del país. Se requiere de una dosis de tiempo y paciencia para conocer las pequeñas fincas.
Una de las personas que participa en esa actividad es Eulalio Martínez, quien tiene su finca en el área norte de la provincia de Coclé.
Martínez se levanta muy temprano con su pequeño radio a escuchar noticias de todo el mundo, pero siempre con el afán de oír algo nuevo e innovador relacionado con el campo.
Es tenaz y toda su vida ha sido agricultor. Empezó cultivando granos, verduras y tubérculos, como la yuca y el ñame, para el sustento familiar.
Aprendió sobre el manejo de la tierra por los consejos de un amigo, y el patio de su casa lo ha convertido en una finca en donde tiene desde una rosa hasta plantas de café, cítricos, guandú y granadillas.
Recuerda que su amor por ver producir la tierra creció cuando un día escuchó algo en la radio sobre la granadilla.
Una emisora suramericana (que no recuerda su nombre) mencionaba que la granadilla es una de las frutas que tiene mayores posibilidades de crecer en el mercado internacional, porque es un fruto que no se obtiene con facilidad.
Hoy ya tiene una parcela preparada al turismo con 200 plantas, que le producen unos 2 mil frutos al año.
La granadilla es una fruta aromática y sabrosa por la combinación de su dulzura y acidez, y tanto el fruto como las hojas tienen propiedades medicinales. Todo eso se prueba en mi finca, comentó el agricultor.
Las fincas agroturísticas ahora forman parte del modelo de esparcimiento que se le ofrece a los turistas.
Durante los tres primeros meses del año, la actividad toma fuerza y muchos de los dueños de fincas obtienen algunos ingresos por la demostración de sus habilidades al cultivar y procesar algunos productos de sus cosechas, o al mostrar los tesoros de la naturaleza.
Las fincas ya forman parte de un programa nacional en ejecución; son una alternativa al turismo de las cuatro paredes.
Hay alrededor de 25 fincas ya inscritas en todo el país.
La idea es explotar la producción agrícola regional y llevarla al plano turístico, dice el agricultor Pablo Bernal.
Unas 4 mil personas visitan el área playera de Coclé cada año. El objetivo es atraer a los turistas para que visiten el campo y conozcan algo novedoso para ellos.
Moler la caña de azúcar para extraer su jugo a través de un trapiche de palo y luego procesarlo en otros subproductos le encanta al turista, indica Natalio Murillo, quien recibe todos los años varios paseos de turistas extranjeros en su finca en Antón.
En su finca, Murillo produce el jugo o guarapo de caña y elabora distintos tipos de dulces, combinando el jugo con algunas frutas.
En las granjas, hay cultivo de hortalizas, frutas y un espacio para elaborar toda la gastronomía regional, explica Murillo.
Por su experiencia en esta actividad, afirma que el turista desea salir al campo, conocer la idiosincrasia de los pueblos y palpar qué hace su gente.
Es típico encontrar en la campiña a gente cargando sus cosechas en motetes, cortando el arroz con ganchos manuales, moliendo caña, cultivando frutas, en la ceba de animales domésticos y preparando alimentos con verduras y frutas.
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