Según Miguel Quezada, fonoaudiólogo y psicopedagogo, la maduración se refiere a un proceso programado genéticamente. El aprendizaje es el proceso resultante de la interacción con el entorno, utilizando todas las capacidades que provee la maduración, y el desarrollo es la convergencia de la maduración y el aprendizaje.
Entonces, el lenguaje es un fenómeno cultural y social, instalado sobre el requerido desarrollo de funciones neurológicas y psíquicas.
Períodos
Generalmente, entre los cuatro y cinco meses del infante, inician los balbuceos.
Para los nueve meses, el menor se comunica con sílabas. Hacia el año y medio, maneja varias palabras y a los 2 años ya dice frases, explicó el pediatra neonatólogo, Yuri Toala.
En tanto, Quezada detalló que entre el 0 y los 9 meses, el desarrollo normal del infante es seguir una etapa prelingüística, con la cual la percepción resulta evidente, pero no así la significación de lo percibido.
Es recién, entre los 8 y 9 meses de vida extrauterina, que el niño dirige su atención hacia sus propias emisiones sonoras y que para esa época son silábicas. Entre los 9 y 18 meses, evidencia atención y respuesta ante su nombre.
Alrededor de los 12 meses, ya es capaz de realizar acciones motrices bajo la sugestión de órdenes dichas oralmente.
Entre los 12 y 18 meses, alcanza a expresar un promedio de 15 palabras. Y a la edad de 18 meses, usa aproximadamente 20 palabras.
Estimulación
Ambos especialistas coincidieron en que algunos atrasos en el desarrollo de los niños están relacionados con falta de estimulación “oportuna y adecuada”.
Quezada dijo que si bien es cierto que los desarrollos son diferentes en cada infante, la atención oportuna es clave para identificar y tratar posibles dificultades.
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