Para entrar a la península hay que pasar por las instalaciones de Petroterminal, donde está la entrada del Pacífico del oleoducto que sigue hasta Chiriquí Grande en el Caribe. Los guardias dan permiso para pasar por las instalaciones y salir a la playa, pero si hay marea alta los carros sólo pueden llegar hasta la comunidad de Las Mellizas. Este es un pueblo de pescadores donde la gente llega a esperar que baje la marea para poder ir más allá. Aquí puedes aprovechar para darte un baño en la playa. También hay un rancho y se vende pescado frito.
Por aquí es que están hablando de poner una refinería de petróleo. Todavía no es más que una idea, lejos de ser realizada, pero el gobierno ya prometió trabajos y declaró la zona un área de “interés nacional”, con todo y gente (ver columna de la derecha).
El resto del camino se puede hacer incluso con un sedán, aunque estás más seguro con un 4×4. Hay que tener siempre el ojo puesto en la marea: no faltan las historias de carros mal puestos que fueron tragados por el mar.
Si no tienes carro hay dos opciones: Puedes negociar el transporte con los pescadores del área por vía marítima o tomar el camión que hace el recorrido con la gente detrás cuando baja el mar.
Siguiendo por la costa está el pueblo de Puerto Limones, y más allá Bella Vista. Este es el último lugar a donde llegan los carros. Aquí te bajas del camión o dejas tu carro estacionado y puedes seguir el recorrido a pie, quizá con ayuda de algún guía contratado en el lugar.
Líneas imaginarias
Al final de la península está Punta Burica, y desde ahí se ve Isla Burica, un poco más al sur. Está ahí mismito: con marea muy baja hasta se puede ir caminando. No vive ningún ser humano ahí, está cubierta de bosque y dicen que hay algunos animales grandes.
La frontera con Costa Rica está un poco más allá y la puedes cruzar tranquilamente: no hay policías de frontera.
Conociendo el lado oeste
La mejor manera de recorrer las playas del lado tico es tomando la carretera que sube desde los pueblos de Limones o Balsa en la costa de Panamá y cruza a Costa Rica por la montaña.
Sabes que estás en Costa Rica cuando te encuentras rodeado de bosque. La diferencia entre ambos países es muy evidente; Panamá termina abruptamente frente a una linea verde, gruesa y frondosa que traza el comienzo de Costa Rica y divide dos maneras de vivir. Tampoco existe ningún control en la frontera por esta vía, aunque dicen que a veces pasan los guardias.
En marea baja, la playa del lado Tico forma una bahía con playa arenosa suelta que podría ser peligrosa para el auto. Procura manejar rápido y con control para que la arena no atrape al vehículo.
Subiendo la Península de Burica llegarás a la boca del río La Peña, y a partir de ahí el camino ya no se podrá seguir por auto. Para evitar que la marea se lleve el carro (y lo hará si no estás pendiente) déjalo en el punto más alto del bosque que puedas, lejos del mar. Las Peñas, una comunidad de 10 casas oculta del mar, arriba del río La Peña.
Más adentrado por la costa en dirección noroeste, frente a la isla Roca del Barco, la costa se vuelve más estrecha y podrás ver más y más rocas volcánicas saliendo del mar. La marea es muy traicionera en esta área también, así que ten cuidado porque sube muy rápido. Si te pican los pies para explorar un poco más el área, el asunto se pone difícil. Hay algunos lugares donde tendrás que escalar un poco para seguir y necesitarás sogas y algo de equipo. Desde Las Peñas, es más o menos una semana caminando hasta llegar a un lugar en Costa Rica con carretera.
Alojamiento
En el pueblo de Limones o en Balsa puedes acampar o preguntar por un lugar para quedarte. Cerca de la frontera, en la Punta Burica misma, hay un hotel y restaurante, el Happy Monkey. Los desayunos están a B/.8 y el almuerzo o cena a B/.12, incluyendo opción vegetariana. Te puedes quedar por B/.50 la noche con comida incluida. Las cabañas son sencillas, semi-abiertas, con mosquitero.
Del lado tico, puedes hablar con la gente de Las Peñas para poder acampar y comer en su pueblo.
Surf
Punta Burica está ahí en medio del mar, con olas viniendo con furia desde los lados de Japón. Allí hay una rompiente muy buena, con largas izquierdas y olas fuertes. Se habla de olas increíbles en las áreas montañosas del lado tico.
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