Comprar facturas para después cobrarlas y ganarse un porcentaje, según sea el monto de la transacción, se ha convertido en un negocio tan rentable que actualmente mueve cifras que superan los 100 millones de dólares al año, según calculan representantes de esta actividad.
De este negocio, conocido como factoring, se benefician tanto las empresas que realizan la compra de las facturas, como el que las vende, pues es una manera de tener liquidez al instante.
Aunque los registros no son precisos, de esta actividad participan unas 30 empresas que no están agremiadas, ni tienen una ley que las regule, y mucho menos existen cifras oficiales que revelen cómo anda el sector.
No obstante, las empresas que se dedican a esta actividad gozan de buenos ingresos, toda vez que este instrumento de servicio, que hiciera su introducción al mercado local a mediados de los años ochenta, ha cobrado mayor relevancia a través de los años.
Gabriel Durán Vallarino, gerente general de Factoring Empresarial y quien tiene 18 años en este negocio, asegura que este servicio resultaba un tanto costoso en sus inicios, pero actualmente la situación ha cambiado, ya que en la plaza existe una fuerte competencia ante el incremento de empresas dedicadas a esta actividad.
De acuerdo con los expertos, se estima que unas 30 empresas, que pueden incluir tanto a bancos como a financieras, están en este negocio, pero las compañías que están “de lleno” en el negocio son al menos unas diez formales.
Sin embargo, el Ministerio de Comercio e Industrias tiene en el sistema de Panamá Emprende a unas 509 empresas con licencia y otras 114 que las vinculan con la compra y venta de facturas, cobranza empresarial u otra actividad similar, pero que no necesariamente están vinculadas directamente al negocio.
En este sentido, los especialistas son claros al manifestar que en el mercado hay mucha confusión de la verdadera esencia del negocio, que simplemente consiste en tercerizar una gestión de cobro a futuro por un trabajo realizado, para obtener liquidez inmediata. Sin embargo, hay otras connotaciones en el mercado que no tienen nada que ver con la realidad.
Pero la importancia de esta actividad es tal que la Cámara Internacional de Factoring (FCI, por sus siglas en inglés), que reúne a 245 líderes en más de 65 países, asegura que mueve en su conjunto 9 mil millones de dólares en concepto de compra de facturas y que Panamá por su reconocido sistema bancario internacional es terreno fértil para impulsar esta herramienta.
Los beneficios
Para Ana Rebeca Reyes, gerente de Factoring de Corporación de Finanzas del País (Corfinpais), este servicio resulta conveniente y ventajoso porque permite convertir el flujo de caja o ventas al crédito, es decir, cuentas por cobrar, en pagos al contado, evitando que la empresa se enfrente a un desbalance por falta de liquidez inmediata.
Reyes, quien tiene 15 años de experiencia en factoring, asegura que este sistema permite que la empresa mejore su gestión financiera y comercial, pueda ofrecer crédito a sus clientes sin afectar su flujo de caja, mejore la relación con los proveedores, pueda manejar apropiadamente el inventario y por ende facilita el crecimiento de la empresa.
Mientras que Durán Vallarino señala que otra de las ventajas que ofrece este tipo de transacciones es que la persona o empresa que está cediendo su derecho a cobrar sus cuentas por un servicio ofrecido recibirá dinero por adelantado, sin esperar de 30 a 90 días para que se le haga efectivo.
Generalmente en Panamá se estima que las cuentas por pagar demoran un promedio de 60 días para que sean canceladas, mientras tanto la persona que realizó un trabajo específico tiene que ver cómo hace para cancelar sus cuentas con los proveedores, su planilla laboral y otros compromisos adquiridos.
El empresario Enrique Chen —gerente general de la compañía Estudios, Diseños, Construcciones, S.A.— explica que desde que descubrió este servicio hace seis años, le ha ido muy bien con las empresas que le han facilitado el factoring.
En los últimos tres años, dice, ha estado 100% apoyado en este sentido por Corfinpais en al menos 10 obras que ha levantando, por un valor que podría llegar a los 20 millones de dólares.
Chen asegura que regularmente se maneja con el Gobierno haciendo trabajos, porque le resulta confiable.
Precisamente es la confiabilidad uno de los factores que juega un papel muy importante cuando las empresas de factoring estudian a quienes habría que cobrarle las facturas que están adquiriendo.
“Ser lo más conservador posible y ver cada crédito que vayas a dar”, es una de las claves que usa Durán Vallarino para mantenerse en este negocio, donde el dinero no vence, no expira, no pasa de moda y todo el mundo necesita.
“Este es un negocio en el cual la confianza, la transparencia y la agilidad juegan un papel predominante”, señala por su parte Joaquín Rodríguez Salcedo, vicepresidente de Factoring y Fianzas de Global Bank Corp., entidad bancaria que tiene la subsidiaria Factor Global dedicada a este negocio desde hace 13 años.
Anualmente Factor Global coloca entre 200 millones de dólares a 250 millones de dólares en operaciones de factoring. Al 30 de junio de 2009 el saldo en este segmento de esta subsidiaria de Global Bank Corp. era de 86 millones de dólares.
Rentabilidad y riesgos
Quienes se dedican a esta actividad coinciden en señalar que es un servicio altamente rentable. Rodríguez Salcedo garantiza este hecho tras sostener que a través de este sistema el precio del descuento tiende a ser superior que las tasas bancarias activas y en donde se benefician los tres participantes de la operación.
“El negocio es rentable en la medida que te paguen lo que adquiriste”, dice por su lado Durán Vallarino.
Pero todo negocio financiero tiene sus riesgos y éste no es la excepción, y los mismos pueden ser de tipo crediticio, operativo y de fraude.
Para Marta Cristina Lasso, asesora de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anifi), aunque las comisiones nominales pueden parecer altas al momento de la colocación, no es un negocio altamente rentable debido al riesgo que tiene el mismo y la alta siniestralidad por cuentas incobrables y fraudes.
No obstante, Lasso asegura que los riesgos existentes en la operación de factoring se pueden mitigar a través de un robusto análisis de crédito del cedente de la factura y por la solidez de la empresa que origina la factura.
Ana Rebeca Reyes del mismo modo opina que el hecho de que la actividad no esté regulada, le añade un factor adicional al negocio. “La rentabilidad dependerá de algunos factores como son plazo de las facturas, calidad crediticia del deudor, si hay o no recurso contra el cliente, entre otros”, precisa esta experta.
Representantes del sector aducen que por cada transacción se puede ganar un 1% o 2% o mucho más, dependiendo de la transacción y de la empresa a quien se le vaya a cobrar; pero que si de 100 operaciones realizadas una sale mal, entonces afecta a todas las demás buenas que se ejecutaron, de allí el alto riesgo que este tipo de operación resulta.
En lo que hay que estar claro es que el factoring no es para descontar cuentas malas, sino que es un producto diseñado para darle liquidez a la gente que así lo necesite y que desea eliminar el engorroso trámite de estar permanentemente cobrándole a sus deudores.
Generalmente este mecanismo de financiamiento se utiliza preferiblemente para apoyar a las pequeñas y medianas empresas, pero tiene su mayor apoyo en las entidades gubernamentales, ya que el Estado se constituye en comprador por excelencia de bienes y servicios.
De hecho, en la medida en que el Gobierno genere proyectos de inversión, la industria de factoring se fortalecerá por el cúmulo de trabajo que generará y que más tarde se convertirán en cuentas por pagar a futuro.
Por la estructura de plazos de estos proyectos, los suplidores o contratistas cuentan con el factoring para mejorar su flujo de caja, incluso los representantes de esta industria están muy optimistas ante las perspectivas que hay en el país, que muestran un posible crecimiento económico de hasta 6%.
Para la gerente de Factoring de Corfinpais esto generaría mucha actividad en todos los sectores, como el comercial, industrial y de servicio.
Ninguna empresa involucrada en la actividad desaprovechará este crecimiento, pero además de ello tendrá otras perspectivas, como la de incursionar en nuevos nichos. En el caso de Corfinpais, la empresa dirige su mirada hacia el factoring internacional, del sector de transporte y logística, como los factoring contra contratos de arrendamiento institucionales.
El vacío legal
En lo que también coinciden todos los actores de esta actividad es que hay que poner la casa en orden para poder funcionar mejor, y es que la falta de una norma legal que los regule oficialmente está presente en cada uno de ellos.
“Consideramos muy importante que todo el sector financiero esté normado, por la salud y transparencia del sistema”, señaló Lasso.
“Siempre será bueno una regulación que ayude a exponenciar el negocio y que lo haga más transparente a los participantes del mismo”, dijo igualmente Rodríguez Salcedo.
“Sería bueno que hubiese una ley de factoring, porque te ayuda a normar a todo el mundo, a que sean similar en su operación y lo que puedes esperar del consumidor”, añade asimismo Durán Vallarino.
Los conocedores en la materia aseguran que desde el año 2002 existe un anteproyecto de ley elaborado por el Ministerio de Comercio e Industrias y que ha sido revisado con algunos sectores, pero aún se desconoce el motivo por el cual no ha sido presentado a la Asamblea Nacional.
Se cree que como en las anteriores administraciones gubernamentales (Moscoso y Torrijos), surja nuevamente este tema.
Al Ministerio de Comercio Martes Financiero envió un cuestionario sobre el tema de una futura legislación para el factoring, pero al momento del cierre de esta nota las autoridades especializadas en la materia no habían dado respuesta alguna, a pesar de las insistentes peticiones.
Ahora, mientras “las habas se cuecen”, como se diría en el argot popular, los involucrados en la actividad trabajan arduamente para ofrecer lo mejor a sus clientes, con el sabido riesgo de que algunas veces los cobros no le salgan tan bien como esperaban.
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