Aunque en Darién durante los últimos años la tranquilidad y el silencio han disminuido, especialmente en los poblados grandes, aún en el transcurrir de las horas, cuando el sol arde en el firmamento se escucha al unísono el trinar de numerosas especies de aves que constituyen un encanto, tanto para el habitante común como para el experto.
Berg Virtanen, un científico sueco que lleva años estudiando las aves en Panamá, expresó que especies conocidas por los panameños como loros, pericos, binbines, carpinteros, colibríes, oropéndolas, pechiamarillos, sangre de toro, azulejos, y palomas como titubús, tortolitas y paisanas aún tienen aquí un hábitat seguro.
Los apuntes de Virtanen indican que es entre las 5:00 y 6:30 de la mañana y entre 5:30 y 6:30 de la tarde cuando los darienitas pueden escuchar una gran variedad de trinos de esta diversidad de aves cantoras que sobreviven en Darién.
Sin riesgos
El también ornitólogo sueco Benjamín Hansson, quien practica la observación de aves en Darién, dice que en esta zona del país aún la población puede estar tranquila, porque el nivel de contaminación es bajo y la abundancia de aves es un termómetro para medir este factor ambiental.
No obstante, sostiene que se debe reducir el uso de herbicidas, dado que las corrientes de agua llevan este contaminante a los ríos y playas donde sí se afectan las aves de los ríos, playas y las de los humedales.
Potencial
Para ambos científicos, si bien hay muchos aficionados a escuchar el trino de las aves, a otros les atrae observarlas y estudiar sus costumbres. En Panamá, estas actividades aún no se explotan a cabalidad y menos como una actividad turística que podría ser perfectamente promovida por la Autoridad de Turismo de Panamá. Solo se practican a través de clubes.
Sitios especiales
Según investigaciones, destacan sitios como Cana, al oeste de la cordillera de Pirre; la estación Cruce de Mono, del lado oriental del mismo macizo de Pirre; y la estación de Balsas. Según los estudiosos, el sitio de Cana es excelente para la observación, incluso, de aves raras como el colibrí y una variedad de quetzal.
Una guía clásica
En 1993, los científicos estadounidenses Robert S. Ridgely y John A. Gwynne publicaron la primera edición en español de su Guía de las Aves de Panamá, con el apoyo de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon).
La obra sirvió para tener un conocimiento cabal de que el istmo albergaba en esa época más de 800 especies de aves, las que daban la bienvenida a sus hermanas del norte o del sur, dependiendo de la estación que entraba.
Utilidad
La leyenda de Icaro y Dédalo, de querer imitar a los pájaros en su vuelo, revela el interés que siempre han tenido las aves para el ser humano, fuera de deleitarle con su canto. En nuestros días, la ciencia ha incrementado sus experimentos con las aves al advertir que pueden ayudar a predecir los cambios de clima debido a su gran sensibilidad.
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