domingo, 3 de enero de 2010

Parque metropolitano

Una isla de bosques en un mar de concreto, pulmón y aire acondicionado de la ciudad. El Parque Natural Metropolitano es un paraíso para la observación de la fauna y flora tropical, y para la práctica de deportes que promueven la conservación de este emblemático refugio de la naturaleza de Panamá.

“Aquí, a cinco minutos de la zona bancaria, está un parque, que es parte de la Cuenca del Canal. Para un guía naturalista, es uno de los lugares más accesibles para venir a cada rato y traer a observadores de aves de todo el mundo”, dice el guía Richard Cahill, de Ancon Expeditions.

Agrega Cahill que es un sitio que “alberga al menos 261 especies de aves; esto lo hace valiosísimo para Panamá, ya que no hay en otras partes del mundo. Es un área protegida, es un tesoro único que muchas veces no valoramos los panameños”.

La combinación natural de agua y bosques, junto al Canal de Panamá, ha propiciado hasta la fecha un hábitat saludable para las especies, que son el sueño de millones de observadores de aves.

Solo en Estados Unidos hay más de 40 millones de aficionados a esta modalidad ecoturística.

Hay que establecer estrategias para la protección de este lugar, como son: las actividades deportivas amigables con la naturaleza, que promueve este parque, y que proveen un amortiguamiento a las amenazas de la ciudad que lo rodea.

Tal vez una muy importante estrategia de conservación-que no es valorada como se merece-es la que representa el deporte ecuestre. El hecho concreto es que desde que se estableció el actual Club Ecuestre Metropolitano, los bosques adyacentes a esa área del parque se han ido regenerando naturalmente.

Es que el área boscosa, donde hoy viven más de 200 caballos y se practican muchas modalidades de equitación accesibles para todos los panameños, era anteriormente una zona muy deforestada que hacía peligrar al resto del parque. Pero hoy está cubierta de verde.

La recuperación de la cobertura de bosques de esa parte del parque, que ayuda al desarrollo del turismo naturalista y a la educación ambiental, no es fortuita. La ciudad se la debe al cuidado que ha dado el club ecuestre a su entorno. De no existir este, el parque, sus especies y todos los servicios y oportunidades económicas que provee serían mucho más vulnerables ante una capital en crecimiento.

Danny

Author & Editor

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