El pediatra Ramiro García Barrios indica que los alimentos que los pequeños lleven al colegio, deben contener los nutrientes y energía necesaria para que su rendimiento académico se mantenga a lo largo de la mañana o de la tarde. “Debe representar entre 10% y 20% de lo que el niño consume en el día”, dice.
Algunos alimentos recomendados, indica la nutricionista Itzel Velásquez, son: pan integral, manzana, vegetales, jamón y queso en rebanadas. Las frutas, en general, son buenas opciones. Debe optar por las que le gusten al niño y sean fáciles de comer. Velásquez aconseja no partirlas para así evitar que pierdan nutrientes.
La especialista enfatiza en que los lácteos y las proteínas son esenciales para el crecimiento, por lo que no deben faltar en la lonchera.
La nutricionista Iris Espinosa plantea que los jugos embotellados o enlatados son una alternativa. Pero, advierte, se debe optar por los néctares, que no tienen saborizantes artificiales y que incluyen el jugo natural.
Otros alimentos recomendables para la lonchera, según la nutricionista Luisa García, son las galletas de soda, el yogur y las fibras. Y, recalca, es “imprescindible” incluir agua en la lonchera. “Los niños deben acostumbrarse, desde pequeños, a consumir agua”, asegura.
En tanto, el pediatra Francisco Medina agrega que las sodas deben evitarse a toda costa.
SANO, PERO RICO
Igual de importante que la elección de la comida es la manera que se presentará. ¿Cómo hacer lucir atractiva la comida saludable e incentivar a los niños a comerla con ganas?
Cuando son vegetales o frutas, indica García, se deben cortar en diversas formas. Si es posible, divertidas. “Las formas y los colores son puntos de atracción para el pequeño”, explica.
Otras ideas, recomiendan los expertos consultados, son: empacar la comida en envases divertidos y las bebidas en termos atractivos. También es aconsejable, dicen, variar las combinaciones -de los emparedados, por ejemplo- para evitar que los niños se fastidien.
Llevar lonchera a la escuela es importante, explica Medina, ya que, cuando la tienen, los niños generalmente se limitan a comer lo que hay en ella y evitan o reducen el consumo de comida chatarra en la escuela. Y, en consecuencia, disminuyen la probabilidad de padecer enfermedades que produce la mala alimentación.
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