Una humilde canoa, convertida en velero con una tela de viejos recortes, desplaza a indígenas con cargamentos de langostas, cambombias y centollos que han buceado sin máscaras especiales. Ese es el Archipiélago de San Blas, un destino hermoso, fascinante, misterioso y cautivador, donde cientos de islas de arena blanca bordean las 130 millas de costas de lo que hoy se conoce como la Comarca Kuna Yala.
Allí, muy cerca de la costa, están los Cayos Holandeses, unas 10 islas de arena blanca y palmeras con cocos, donde lujosos yates privados y veleros se refugian en este mar turquesa y transparente que permite ver las arenas blancas del profundo mar, mientras sus pasajeros desembarcan para dedicarse a bucear y pescar.
No se ven atardeceres con resplandor verde ni arenas importadas como en los Cayos de La Florida, sino atardeceres rojos; tan rojos como los exquisitos pargos que atrapan los turistas, y los oleajes descansan en arenas blancas, de nacimiento natural, un regalo de la naturaleza.
Si le gusta el buceo o el snorkeling, nada más excitante y agradable que observar a cientos de peces de colores en los bajos de rocas que están a flor del mar, y que sirven de refugio para especies marinas. O darse un refrescante chapuzón en cualquiera de las playas.
Este es un paseo para aventureros, para quienes disfrutan del sol, mar, brisa, el calor, las pesca de mero y sierra; y para quienes les encanta descubrir culturas indígenas que permanecen inalteradas al paso de los siglos y la globalización.
Una manera de experimentarlo es recorrer las costas panameñas en un yate o bote. Aunque parece largo, no lo es porque irá admirando el Caribe con toda su exuberante vegetación e irá descubriendo parajes preciosos.
Veleros e inmensos yates anclan alrededor de los Cayos Holandeses con el propósito de que sus pasajeros pesquen y disfruten de las aguas turquesas.
Para llegar a El Porvenir, si se embarca en Miramar, en la Costa Arriba de Colón, el viaje será de una hora; y si se embarca en Isla Grande, le tomará dos horas. Y si quiere algo más sofisticado, tome una avioneta desde la capital a Narganá y embárquese para un recorrido de 4 días por el Archipiélago de San Blas, que incluye pasar uno o dos días en los Cayos Holandeses.
No puede perderse una visita a Wichubwala, frente a El Porvenir, donde se adquieren las molas y hay un rústico hotel con camas dobles y sencillas en el que se paga 46 dólares por noche por persona. Recuerde, que va a un mundo casi primitivo, y no hay facilidades de la vida moderna. Tendrá que compartir los baños y tirarse el agua con totuma. Sí, así mismo... o si prefiere, báñese en el mar. Tome en cuenta que el agua potable la llevan los indígenas desde tierra firme.
Las playas de las islas de los Cayos Holandeses son de arena blanca, y en su vegetación predominan las palmas de cocos.
Si quiere hacer su propio recorrido, también tiene la opción de pedir a las agencias de viajes los paquetes turísticos. Uno de ellos es por 115 dólares por noche para Wichubwala, que incluyen paseos por las isla Nalú Nega y la isla Perro, boleto de avión y comida. En El Porvenir, puede contratar botes para que lo lleven a los Cayos Holandeses, ubicados a unos 30 minutos al noreste de El Porvenir, y pasará un día como si estuviera en un paraíso.
Para gustos, colores. Me encanta el paseo en bote desde Miramar hasta la Comarca Kuna Yala. Incluso, lo puede hacer en un solo día si no quiere pasar la noche en la aldea. Y no deje de regresar cargado de langostas y de pargos rojos.
¿Le provoca esta aventura? Anímese. Es la época en que el mar Caribe está tranquilo. Mire la luna, póngase el chaleco salvavidas y una aspirina en el ombligo. Dicen que evita los mareos.
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